Aprendiendo a estar quieta
¿Has visto alguna vez a un bebé lactante con su madre? Tiene momentos de quietud y silencio cuando descansa suavemente en sus brazos, pero en cuanto tiene hambre, empieza a mostrar signos de inquietud. Cuando su madre se prepara para mamar, el bebé empieza a quejarse, dándose cuenta de su hambre y de la necesidad de consuelo. Un niño destetado, en cambio, se siente tranquilo y contento de sentarse en el regazo de su madre. En lugar de llorar por el pecho, ahora se siente satisfecho de recostarse, experimentando la calidez de estar envuelto en los brazos de mamá y el consuelo de descansar contra su pecho.
Querida mamá, ¿te sientes alguna vez como un bebé lactante? ¿Sientes tu alma inquieta y agotada al pensar en las circunstancias incontrolables de tu vida? Yo sé que la mía sí. Muchas veces mi corazón se ha sentido inquieto y descontento por los anhelos y las expectativas incumplidas que han residido en él. Sentía mis pensamientos consumidos por la ansiedad y mi vida fuera de control. Incluso mientras escribo, siento que el Espíritu Santo me llama, como siempre, a vivir una vida entregada, con total humildad y dependencia de Cristo. Siento que Dios me dice que estoy preocupada por demasiadas cosas y que necesito dejar de intentar controlar mi vida y mis circunstancias.
Estoy aprendiendo que solo el amor paciente de Jesús trae verdadero gozo y paz. Cuando decido entregarle el control de mi vida a Cristo, confiando en que Él es bueno y cumplirá mis anhelos a su manera y en su tiempo, entonces empiezo a ver la verdad: Dios está conmigo, me ve y cumple los deseos de mi corazón de la manera correcta. Veo que no puedo depender de personas ni cosas para ser feliz. Solo entonces puedo entregar mis expectativas a Aquel que sabe lo que es mejor para mí y confiar en que Él me cuida. Cuando cuento mis bendiciones cada día y veo lo que Dios me da, encuentro mi corazón más feliz y en paz.
Amada, si tu corazón se encuentra en un estado de inquietud y descontento, únete a mí para pedirle a Jesús que nos ayude a apartar humildemente nuestra mirada de nosotras mismas y ponerla en Él para que podamos sentir su amor y cuidado cada día. Al mantener la mirada fija en el Señor y pedirle que nos llene como solo Él puede hacerlo, en lugar de depender de nuestros esposos, finanzas, amigas o circunstancias para satisfacer todas nuestras necesidades, encontramos gozo duradero y la paz que sobrepasa todo entendimiento.
Comenzamos a caminar cada día con Jesús y a transitar cada etapa de la vida con un corazón lleno de amor y gratitud.
Bendiciones y amor,
Deb Weakly y el equipo del Club de Ayuda para Mamás
Para profundizar:
¿Tienes expectativas y deseos insatisfechos? Entrégalos a Dios y pídele que cumpla tus anhelos a la perfección. Pide su ayuda para esperar con paciencia y deleitarte en su voluntad. Mientras esperas, no pierdas las oportunidades que Dios te da para amar bien a los demás. Aprovecha cada momento y elige disfrutar de lo que Él te trae.
¿Qué sigue?
Establece puntos de referencia en tu día para acostumbrarte a observar la bondad de Dios. ¡Involucra a tus hijos y muéstrales que Dios es real! Al despertar, y de nuevo a las 9 a. m., a la hora del almuerzo, a las 3 p. m., a las 6 p. m. y a la hora de dormir, pregúntate: “¿Dónde vi la bondad de Dios?”. Haz un póster con los diferentes momentos y escribe las pequeñas bendiciones en cada tiempo. Inténtalo durante 21 días. ¡Este hábito te cambiará la vida al empezar a sentir la presencia y el cuidado de Dios en cada momento del día!
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I remember going into my daughter's room night after night and kneeling beside her bed and crying my heart out to God because I didn’t know how to be a Christian mom; I felt like I had no idea what I was doing. You know what? God is so faithful! He answered me and simply said, “Spend time with me, Deb.” And so I did. I began arising 15-30 minutes earlier each day so I could read my Bible and pray, and plan out my day with my family.
If there was one thing I would love to share with you is that God is personal and loves you as you are. You don’t have to be perfect to be loved by our amazing God! Come as you are! His loving presence can be practically known and experienced. He is not a God who is far away, He is near and easily found. He longs for you to come to Him!
Randy and I have been married for 33 years and we have two grown children, Christie, and Jack, and one answer to prayer son-in-law named Alex. And now I get to be a Gigi to my sweet little grandbabies, Aspen and Skylar, and Piper. Yay!
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